viernes, 16 de mayo de 2014

Virgen de Fátima.

                                                         
                                                                     







La Virgen de Fátima (también llamada Nuestra Señora de Fátima,Nuestra Señora del Rosario de Fátima, o Nossa Senhora de Fátima en portugués) es una advocación con que se venera en el catolicismo a María, madre de Jesús. La misma se originó en una serie de apariciones que tres niños pastores, Lucía dos SantosJacinta y Francisco Marto afirmaron haber tenido en Fátima entre el 13 de mayo y el 13 de octubre de1917, las que confirieron fama mundial a esta advocación.
Adicionalmente, se atribuyó a los acontecimientos y mensajes de Fátima componentes proféticos y escatológicos, en particular con respecto a una posible guerra mundial, a la conversión de la Rusia soviética, y al intento de asesinato de Juan Pablo II.
Considerado uno de los centros de peregrinación popular más importantes del mundo, el santuario de Fátima edificado en el lugar recibió 7,3 millones de peregrinos en el año 2011.

Primer período: 1916

Tres niños pastores analfabetos, Lucía dos Santos, de diez años, y sus primos, Jacinta y Francisco Marto, de seis y nueve años respectivamente, señalaron que, mientras pastoreaban sus ovejas en la primavera y el verano de 1916, experimentaron una presencia angélica en tres ocasiones distintas, en la cueva Loca do Cabeço. Este «Ángel de paz», tal como ellos lo llamaron, les enseñaría a rezar oraciones específicas para pedir la conversión de los pecadores, les introduciría en la práctica del sacrificio cotidiano y del culto de adoración a Dios en la eucaristía. En su narración, los niños manifestaron considerar todo esto como una preparación para las visitas de la Virgen María que, en sus propias palabras, tuvieron lugar entre el 13 de mayo y el 13 de octubre de 1917.

Segundo período: 1917


De mayo a septiembre

El domingo 13 de mayo de 1917, los tres niños fueron a pastorear sus ovejas como de costumbre, a un lugar conocido como Cova da Iria, cerca de su pueblo natal deFátima en Portugal. Lucía describió haber visto, en una encina, a una mujer «más brillante que el sol», vestida de blanco, con un manto con bordes dorados y con un rosario en las manos, que les pidió que retornaran el mismo día y a la misma hora durante cinco meses consecutivos, encomendándoles el rezo del rosario. Francisco declaró no escuchar ni hablar con la Señora, sino solo verla. Asombrados, corrieron de regreso a su pueblo y lo dijeron a todos, pero muchos de sus habitantes —incluyendo los padres de Lucía— no les dieron crédito. En cambio, los padres de Jacinta y Francisco les creyeron y resguardaron en todo momento.
Los niños informaron más apariciones que tuvieron lugar el día trece de los meses de junio y julio. Desde la segunda aparición en junio, declararon que se les habría anunciado las prontas muertes de Jacinta y Francisco, las que de hecho sucedieron en menos de tres años. En razón de la epidemia de gripe conocida como «gripe española» que asoló Europa, Jacinta y Francisco cayeron enfermos en diciembre de 1918. Francisco nunca se recuperó y murió el 4 de abril de 1919. Aunque Jacinta mejoró su estado de salud, sufrió luego una pleuritis purulenta y fue internada en el hospital de Villa Nova de Ourém en el verano de 1919. Trasladada a Lisboa, murió el 20 de febrero de 1920.
En los mensajes que los niños transmitían, la Virgen exhortaba al arrepentimiento, a la conversión y a la práctica de la oración y la penitencia como camino de reparación por los pecados de la Humanidad. Paulatinamente, los niños experimentaron una transformación profunda, basada en la práctica de la oración y de ejercicios de piedad. Como forma de disciplinarse, los niños comenzaron a llevar cordones apretados alrededor de la cintura y a realizar distintas obras de penitencia o mortificación.
Algunos de los mensajes transmitidos por los niños presagiaban guerras y calamidades en el mundo. Según el relato de Lucía, el 13 de julio de 1917 en la Cueva de Iria-Fátima les fue confiado a los niños el llamado «secreto de Fátima», dado a conocer en su totalidad por la Santa Sede durante el pontificado de Juan Pablo II.1  Después del relato de la tercera aparición que incluyó la revelación del «secreto de Fátima», los niños fueron secuestrados por mandato del alcalde de Vila Nova de Ourém y sometidos a castigos físicos con el objetivo de que revelaran el contenido de ese mensaje.
En posteriores retornos los niños fueron seguidos por miles de personas que se concentraban en el lugar. Entre las recomendaciones, según los testimonios de los niños, la Virgen hizo hincapié en la importancia del rezo del Rosario para la conversión de los pecadores y del mundo entero. La Virgen también habría pedido la construcción de una capilla en el lugar, capilla que fue el germen del actual santuario.

13 de octubre de 1917
Fotografía del 13 de octubre de 1917, durante el llamado «milagro del sol».
Según los escritos de Lucía, la última aparición de la Virgen a los tres pastorcitos tuvo lugar el 13 de octubre de 1917, día en que se produjo el llamado «milagro del sol», presenciado por 70 000 personas, entre ellos periodistas y personalidades consideradas "librepensadores" de la época, que quedaron estupefactos ante el hecho. El periodista Avelino de Almeida, del diario liberal y anticlerical O seculo, repitió reiteradamente en su relato: "yo lo he visto... yo lo he visto".


Análisis del "milagro del sol"

La hora antigua es la que vale para esta muchedumbre, que era, según cálculos desapasionados de personas cultas y completamente extrañas a influencias místicas, de treinta a cuarenta mil personas... La manifestación milagrosa, la señal visible está a punto de producirse, afirman muchos peregrinos... Y uno asiste a un espectáculo único e increíble para aquellos que no lo han presenciado. Desde lo alto de la carretera, donde se amontonan los carros y donde se hallan centenares de personas que no han tenido aliento para adentrarse en el barro, se ve a la inmensa multitud volverse hacia el sol, que está limpio de nubes, en pleno mediodía. El astro se asemeja a un disco de plata pálida y se le puede contemplar cara a cara sin ninguna molestia. Parece un eclipse. Pero he ahí que se eleva un colosal clamor y oímos que los espectadores más próximos a nosotros exclaman: "¡Milagro! ¡Milagro! ¡Maravilla!"

Ante admirados ojos de este pueblo, cuya actitud nos traslada a los tiempos bíblicos y que, presa de espanto, descubierta la cabeza, mira hacia el cielo azul, el sol ha temblado, ha realizado unos movimientos bruscos nunca vistos, fuera de todas las leyes cósmicas; el sol "ha danzado", según la expresión típica de los campesinos... Subido sobre el estribo del coche de Torres Novas, un anciano cuya estatura y fisonomía suave, y a la vez enérgica, recuerdas las de Paul Déroulède, reza, vuelto hacia el sol y con grandes voces, el credo, desde el principio hasta el fin.
Inmediatamente las gentes se preguntan unos a otros si han visto alguna cosa y qué es lo que han visto. La mayor parte confiesan que lo que han visto es el movimiento o la danza del sol; otros afirman haber visto el rostro sonriente de la Virgen, o juran que el sol ha dado una vuelta sobre sí mismo, como si fuese una rueda de fuegos artificio que ha descendido hasta quemar la tierra con sus rayos...


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